05/07/2019

#AbordoDe British Airways con anécdota incluida.

Por Enrique López R.

Hola Aerotrastornados!

Nuestra amiga Ximena, que ya colaboró con nosotros contándonos su experiencia a Bordo de Emirates con niños pequeños, ha querido compartir con Vadeaviones su experiencia a bordo de British Airways, volando a Buenos aires. Esta vez, la experiencia a bordo viene con anécdota a bordo incluida.

Barcelona-Londres-Buenos Aires ida y vuelta.

Nos embarcamos con destino a Buenos Aires con British Airways desde Barcelona. Salimos de Barcelona en la zona D, por tanto tenemos que pasar control de pasaportes. Nos toca embarcar en el grupo 4, pero el embarque se realiza muy ágil. Salimos con un sol espléndido de Barcelona, y nos toca un asiento con ventanilla en la fila 9. La salida se produce con unos 10 minutos de retraso, pero la llegada fue puntual a Heatrow.

El vuelo a Londres es muy tranquilo y no ofrecen un paquetito de snack salado. Llegamos a Londres con un tiempo, según el capitán, “not bad”, aunque llueve y está fresquito. Llegamos a Londres puntuales a las 18:15, y la salida del vuelo a Buenos Aires la tenemos programada a las 22:25, así que tenemos tiempo de sobra para explorar la terminal.

La llegada se produce en la terminal 3, por lo que nos dirigimos a los autobuses que nos trasladan a la terminal 5. La espera no es muy larga, hay autobuses cada aproximadamente 5 minutos. Llegamos a la terminal 5, pasamos control de seguridad, caminamos un pasillo y accedemos a la primera planta. Lo primero que nos encontramos es el restaurante del chef Gordon Ramsey.
Como tenemos casi 4 horas por delante aún no sabemos en qué grupo de puertas embarcamos, aprovechamos para pasear por la terminal, cargar el teléfono, comer algo, descansar, aburrirnos, etcétera.
Finalmente nos desplazamos a las puertas C. Al tren se accede desde el centro del hall bajando hasta los andenes. En la terminal C a esas horas ya prácticamente no hay actividad, sólo quedaba un vuelo a Johannesburgo y el de Sao Paulo, que salían más o menos a la misma hora que nuestro vuelo.

El embarque fue un poco caótico, ya que a pesar de llamar por grupos, los pasajeros se agolpan ante los mostradores.
Una vez en el avión nos acomodamos tranquilamente en nuestro asiento de ventana en la fila 17.

Hay algunos asientos vacíos, sobre todo los centrales, en la mayoría del pasaje se sentó en los asientos laterales.
Cuando ya la mayoría de pasajeros están sentados, un hombre de la fila 32, que había ayudado a otra pasajera a guardar su maleta en los compartimentos superiores, explica que ha perdido su pasaporte.

Este es el momento en el que comienza el episodio surrealista del viaje.
Aún no ha acabado de acomodarse todo el pasaje, y empiezan los nervios porque no tiene el pasaporte. Empiezan unos minutos de reconstrucción de los hechos y búsqueda de pasaporte entre los diferentes asientos y al compartimento superior sin éxito.
Una de las tripulantes de cabina se acerca, y hace ver a los pasajeros, la mayoría argentinos, que hay que sentarse, que en breve despegaremos.
La tripulante no habla castellano, los argentinos, alguno, apenas habla inglés. Me ofrezco para decirles que se sienten, y la azafata me pide que le explique qué pasa, y deciden que solucionaremos el “tema pasaporte” una vez hayamos despegado.
Cuando ya hemos despegado, el pasajero que ha perdido el pasaporte da vueltas por todo el avión, y buscan y rebuscan por todos los asientos. Entonces, la azafata me llama, y me dice que si puedo acompañarla para pedir al resto de pasajeros que ayuden con la búsqueda.
La idea de la azafata es tomar los datos del pasajero, rellenar una especie de
formulario con los datos y que cuando lleguemos a destino, el pasajero se ponga en contacto con las autoridades argentinas para explicar lo sucedido.
La azafata comunica por altavoz a los pasajeros, obviamente en inglés, que se ha perdido un pasaporte, y que el resto miren si lo ven en sus asientos o si el pasaporte que tiene es correcto.
En ese momento me entrega el teléfono y me pide que transmita el mensaje en castellano, así que fui azafata por unos minutos!!!
Después de esto y ya con los deberes hechos, y habiendo cenado, me retiré a mi asiento a dormir.

Cuando nos despertaron para el desayuno, la tripulante me comunicó que finalmente el pasaporte apareció entre unos asientos en la fila siguiente al pasajero en cuestión, y me trajo un neceser de viaje, con antifaz, tapones, calcetines, cepillo y pasta de dientes y un bolígrafo cortesía de la tripulación, así como una postal firmada agradeciendo las labores de traducción. Todo un detalle por parte de los tripulantes del vuelo BA245.

La cena fue bastante correcta, aunque el desayuno no resulto muy sabroso.

En el vuelo de vuelta nos acomodamos en la fila 23, con solo una fila entre el lavabo y nosotros, y la verdad es que se nota cuando intentas dormir el ruido.

La comida en el vuelo Buenos Aires – Londres menos sabrosa que en la ida. El desayuno un poco mejor, pero no había café disponible, sólo te. Y después de 13 horas de avión, un café hubiera sido de agradecer.
Además, en la pantalla de entretenimiento no funcionaba la información del viaje, que era lo único que tenía interés en mirar.
Igual que en el vuelo de ida, los tripulantes de cabina tampoco hablaban castellano. Además, nos tocó un grupo de viajeros bastante ruidoso, ya que viajaban grupos grandes, hasta algunos encuentros de conocidos de pueblos cercanos que tuvimos el placer de vivir en directo, y escuchar cómo se contaban los últimos años de sus vidas.
Un vuelo entretenido con poco descanso y con bastantes turbulencias.
En el vuelo de vuelta teníamos 3 horas de escala, que las pasamos en la terminal 3, un poco más pequeña que la 5 y con menos luz natural.

En general, la comodidad de los aviones de British nos ha gustado mucho, y el trato del personal exquisito.
Nos hemos sentido más cómodos en este modelo del 777-200 de British que en el 777-300ER de Emirates en el que volamos en Navidad. El ancho del asiento se notaba más cómodo, aunque la pantalla de entretenimiento es muy pequeña, y la calidad comparada con las compañías árabes, bastante pobre.