Volamos a Burdeos
Hola, Aerotrastornados!
Iniciamos una nueva sección, donde os hablaremos de los diferentes aeropuertos que vayamos visitando.
En esta ocasión os queremos explicar nuestra experiencia en el Aeropuerto de Burdeos-Mérignac, en Francia.
Es el sexto aeropuerto por número de viajeros del país vecino.
¿Cómo llegamos?
Desde nuestro aeropuerto base, Madrid Barajas, hay dos aerolíneas que vuelan a BOD, Air Nostrum y Ryanair, nosotros esta vez hemos volado en Air Nostrum, a borde del CRJ1000.

Es un vuelo corto, apenas una hora, en el que da tiempo a tomar un café, mientras ves amanecer y sobrevuelas los pirineos después de pasar al lado de San Sebastián.



Transporte público
El aeropuerto de Burdeos, se encuentra al SurOeste de Francia, lo que desde Madrid supone un vuelo de apenas una hora de duración, y a tan solo 15km del centro de la ciudad. Este dato es importante, porqué para desplazarse desde el aeropuerto a la ciudad, con una distancia tan corta, imaginábamos que el traslado sería rápido, pero no.

El autobús urbano que conecta el aeropuerto con la estación de tren de Burdeos, cuesta 3€ ida y vuelta, pero tarda la friolera de 45/50’ de recorrido. Es un bus urbano más de la red de autobuses de Burdeos y hace muchas muchas paradas. Así que si os decantáis por esta, que es la opción más económica, id con tiempo y mucha paciencia.


Vimos que estaban en obras para hacer llegar alguna de las varias líneas de tranvía que hay en la ciudad hasta el aeropuerto, pero desconocemos la fecha prevista para su puesta en funcionamiento.
El aeropuerto
Este aeropuerto, aunque pueda parecer pequeño, no lo es tanto. Cuenta con dos pistas operativas y hasta 38 puertas de embarque, algunas de ellas con finger. En nuestro caso, al volar en un avión regional, el embarque y desembarque lo hicimos a pie entre el avión y la terminal.


Una vez en la terminal, te encuentras con un laberinto de pasillos y escaleras, que pueden llegar a resultar confusos, la verdad que no facilitan para nada la orientación y las indicaciones no son las mejores tampoco. Tras andas y andar, subir y bajar escaleras, llegamos a la zona de recogida de equipajes, con alrededor de 5 cintas, y te da la sensación de una zona que se ha quedado pequeña y anticuada.

Al volver, la zona de salidas se encuentra en la primera planta, con una zona larga y amplia de mostradores de embarque. En la misma zona encontraréis tiendas, una farmacia y restauración.

Al llegar a la zona del control de seguridad, luces y sombras.
El personal de seguridad fue muy eficiente y agilizan bastante el proceso, pero una vez pasado el arco de seguridad, ese área se ha quedado muy muy pequeña, la gente se acumula esperando a que sus bandejas salgan del escáner de rallos X y se crea un tumulto nada cómodo en estos tiempo de distancias de seguridad.
Cuando ya has recuperado tus enseres personales, no hay donde ir a recolocarte todo lo que has tenido que poner en las bandejas del escáner y has de buscarte la vida en algún rincón libre que encuentres.
Con todo ya puesto, tienes que mirar las pantallas informativas, porqué ahí el aeropuerto se divide en dos, más o menos. De un lado de la puerta 1 a la 40 y del otro de la 41 a la 83, que no quiere decir que haya 83 puertas, ya hemos dicho que la señalización no ayuda. Y cuando ya sabes si has de ir a la izquierda o a la derecha, empieza de nuevo el laberinto de largos pasillos, escaleras y más pasillos, hasta que llegas a otra zona de restauración y luego ya, finalmente, a las puertas de embarque.


En resumidas cuentas, no es un aeropuerto atractivo de visitar, no es un aeropuerto cómodo en el que estar, pero la ciudad de Burdeos si merece la pena ser visitada, una ciudad mediana, que en un fin de semana se visita cómodamente.
Una recomendación

Sí os gusta el dulce, no dejéis de probar los famosos “Canelé” tan típicos de Burdeos, por la ciudad encontraréis muchas pastelerías que los venden, pero si no los queréis ir paseando, en el aeropuerto encontraréis tienda física de la pastelería más famosa de Burdeos.